Me contó que se dirigía a Townsa, con el volvo a 120 y the pixies a todo volumen cuando la vio. Parecía perdida aunque andaba decidida, con determinación, como cuando quieres huir aunque no sepas hacia donde. Frenó en seco y salió del coche. Cuando ella pasó por delante suyo le preguntó que hacía.
- Me están esperando.
Él insistía pero ella sólo repetía: me están esperando. El cuello de su camisa roto le resbalaba por el hombro, sus pantalones cortos dejaban ver lo musculosas que eran sus piernas, el único ruido que hacía era el de su pelo castaño al moverse con el viento, estaba preciosa, natural.
Él se esforzaba por mantener su paso, parecía que a cada vez iba más rápido y a él empezaba a faltarle el aire cuando empezó a ver lo que parecía la meta, un columpio oxidado y un artefacto que podría haber sido un tobogan formaban la idea de un antiguo parque. Ella cruzó el parque y se dirigió a un roble centenario que había al otro lado. Entonces, quedó pasmado con la visión.
Ella se subió a una de las ramas más sólidas donde se encontraban un grupo de pajaritos que parecían esperarla y como si nada ella empezó a hablar con ellos. Cualquiera hubiese creído que estaba loca pero él encontró algo magnético en la escena.
Aún recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente a cualquier otro que haya experimentado después. Era simplemente la mano pequeña y cálida de una niña de doce años. Pero en aquellos cinco dedos y en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y ella, al tomarme de la mano, me las enseñó. Me enseñó que en el mundo real existía una lugar como aquél. Durante diez segundos tuve la sensación de habeme convertido en un pajarillo perfecto. Surcaba el aire, sentía el viento. Desde las alturas, podía ver paisajes lejanos. Tan remotos que no era capaz de vislumbrar con claridad lo que había. Pero supe que existían. Y qué algún día iba a visitarlos. Esa certeza me dejó sin aliento, me hizo estremecer.
HARUKI MURAKAMI - Al sur de la frontera, al oeste del sol
todos quieren ser héroes.

en tiempos de guerra.

- Se que es difícil...
- No es difícil. No es difícil, es simple. Yo sigo aquí y él no. Piso los mismos pasillos, llevo la misma ropa, veo a las mismas personas. y mientras él a huido dejándome aquí con toda la mierda usted me dice que lo sabe. Que sabe que es difícil.
usted no lo sabe. No es difícil. Es insoportable.